Tras desayunar, nos trasladamos en autobús hasta Posada de Valdeón (en la provincia de León), subiendo por el puerto de San Glorio; en el largo viaje aprovechamos para dormir un rato y descansar antes de comenzar la esperada y dura Ruta del Cares (al inicio de la cual llegamos con dolor de piernas debido al esfuerzo de la ruta del día anterior).
Para hacer la Ruta del Cares
partimos desde Posada de Valdeón, siguiendo el curso natural del río Cares.
Puntos de interés a lo largo de la ruta fueron el mirador del Tombo, el chorco
de los lobos y la ermita de la Virgen de la Corona. Al ir bajando a lo largo
del curso del río el valle se cierra y el río sigue encajonado en un
desfiladero conocido como la hoz de Caín. En Caín, aldea muy pequeñita, paramos
para comer. Al proseguir la ruta atravesamos una zona de acampada hasta llegar
al Puente de los Pinteros; un poco más abajo empieza la espectacular garganta
del Cares. La senda que recorre la garganta está excavada en la roca en tiempos
en los que se hizo la canalización del río Cares.
La ruta tiene un trazado más o
menos llano; en su parte final la ruta abandona el trazado del canal para,
después de una corta subida, descender en pendiente fuerte hasta llegar a
Poncebos, donde nos esperaba el autobús para llevarnos a Ribadesella, donde
dormiríamos este tercer día.
Al llegar al albergue nos
arreglamos, nos pusimos guapos y guapas y salimos a cenar y a pasar la noche en
Ribadesella, población de Asturias.
Marta Padilla
Madrugamos mucho este día para
poder hacer la Ruta del Cares sin que nos anocheciera en el camino. Esta ruta
la iniciamos desde Posada de Valdeón. La mayoría estaban muy cansados, pero
este no era mi problema, sino el dolor que me causaba la uña.
Paramos para comer en Caín, un
pueblo muy bonito. También nos explicaron la forma en que mataban a los lobos
antiguamente. El resto de la ruta fue maravilloso; nunca había visto un paisaje
tan espectacular. Además, nos hizo muy buen día y nos encontramos con varios
grupos de peregrinos. Lo peor de todo fue final del trayecto: la bajada; de
hecho, si no fuera porque Jorge me ayudó a bajar, creo que aún seguiría allí
arriba.
Por la noche nos alojamos en un
albergue en Ribadesella; las duchas eran comunes y esto me estresó bastante.
Salimos por la noche y nos divertimos mucho. Fuimos paseando por la
desembocadura del sellas y vimos todos los barcos que había en el puerto.
Cenamos en otra pizzería, pero no nos gustó tanto como la de Potes. Luego
fuimos a los pubs que estaban abiertos; al principio el ambiente no estaba muy
animado, pero después se animó mucho más. Aunque estábamos agotados bailamos y
nos lo pasamos bien. El camino al albergue fue, en mi opinión, el momento más
divertido de la excursión: será porque a los chicos, cuando beben, se les quita
la vergüenza y no paran de decir tonterías. Nos costó callarnos y dormir esa
noche porque teníamos más ganas de fiesta todavía.
Luz Mª Castela
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