Tal como anunciamos en una entrada anterior, a partir de hoy haremos varias entradas en las que aparecen las crónicas que escribieron varios de los compañeros y compañeras que, en el curso pasado, participaron en el Viaje Didáctico a Picos de Europa. ¡Qué las disfrutéis y os sirvan para haceros una idea de cómo puede ser vuestro próximo viaje a Picos!.
Primer Día: Miércoles, 19 de Octubre
Después de una noche de nervios,
salimos del instituto dirección al que iba a ser el último gran viaje que
íbamos a realizar todos juntos. En el autobús, todos los viajeros expectantes
por lo que íbamos a hacer durante la excursión o, como diría Pedro Emilio, el
viaje didáctico.
En el trayecto los profesores
explicaron lo que íbamos viendo: cerros testigos, páramos, campiñas,… A estas
explicaciones solo algunos atendíamos, o hacíamos con que nos enterábamos,
otros, en cambio, ni siquiera fingían, se limitaban a escuchar música o a
seguir con las partidas de cartas que nos acompañaron siempre cuando estábamos
en el autobús.
Llegamos a Frómista y visitamos
las esclusas del Canal de Castilla; desde arriba las vistas eran bonitas.
Comimos en la puerta de la iglesia de San Martín, resguardados del viento, y
nos hicimos muchas fotos. La mejor de todas se la hicimos a un anciano que, con
todo el morro del mundo, se había puesto a orinarle a una pared justo enfrente
de nosotras.
La siguiente parada fue para
nosotros una especie de prueba de iniciación de las rutas que íbamos a hacer,
pues el camino hasta llegar al bosque petrificado de Verdeña estaba bastante
empinado y resbaladizo. Esto dio lugar a las primeras caídas. Afortunadamente,
yo no me caí ninguna vez en toda la excursión. El bosque petrificado era muy
grande, pero había que echarle bastante imaginación.
Cuando llegamos al albergue en el
que nos íbamos a alojar los dos primeros días ya era de noche y, como había
llovido, nos costó bastante llegar hasta allí cargando con las maletas desde el
autobús. Una vez alojados, cenamos en el comedor y nos fuimos a la habitación
que, por cierto, la de las chicas olía mucho a gasolina. Todos los chicos se
vinieron a nuestro cuarto y, de repente, llegaron los profesores. Hubo un
momento de silencio y Lucio gritó: ¡¡Pedro Emilio, felicidades!!. Era su
cumpleaños. Todos nos reímos a carcajadas y, por suerte, no nos echaron la
bronca, como habíamos esperado.
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